domingo, 14 de marzo de 2010

El sello de un esclavo es el lenguaje de su amo

Esta es una frase que leí la semana pasada y que quedó revoloteando en mi mente en estos últimos días.

Hace unas cuantas semanas mi pastor y padre espiritual exponía en su blog la frase de un escritor que expresó que se nace bajo dos condiciones, libres o esclavos, y es una gran verdad, Jesús por medio de su sacrificio nos hizo libres de las ataduras y del yugo del pecado y la muerte, pero como una paradoja vino a hacernos esclavos, si, esclavos por amor.

En los tiempos antiguos la casa paterna o patriarcal era el sello de distinción de las personas que vivían dentro de dicha comunidad que podía ser una casa, rancho o hacienda. Dicha identidad era el orgullo de las personas puesto que dependiendo de la comunidad a la que pertenecían, así era de respetada su integridad personal.

Habían esclavos que por el simple hecho del nombre de su amo eran respetados y admirados en las sociedades de aquella época, pero había una manera de identificar a que casa patriarcal pertenecían, es decir, quién era su amo, era su manera de hablar.

Nuestro lenguaje nos identifica, la manera de hablar nos delata sobre la fe de nuestro corazón y quien es nuestro Señor.

Dime lo que hablas y te diré quien es tu Señor.
Es una manera diferente de ver las cosas verdad, porque nosotros no podemos negar la voluntad de quien estamos siguiendo, si nos regimos por la mentira, la murmuración o la critica, muy probablemente no estamos poniendo a Dios como el Señor en nuestro corazón.

De ahora en adelante pongamos mucha atención a las palabras que salen de nuestra boca, porque lo que sale de nuestro corazón determina realmente si estoy obedeciendo la palabra de Dios, o voy tras las tentaciones y deseos de mi alma.
Mi madre espiritual tiene una unción muy especial para enseñar sobre el poder que hay en la lengua, como dice la biblia, en ella esta el poder de la vida y la muerte.
Poder que nosotros debemos utilizar para crear vida, puesto que las palabras de nuestro amo son espíritu y son vida.

Esclavo de quién soy, eso lo determinan mis palabras, porque antes de mis acciones van mis palabras porque ellas determinan la fe que hay dentro de nosotros.

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