viernes, 5 de agosto de 2022

¡No lo cambies!

 y le mandó que les enseñara la escritura y la lengua de los caldeos. Daniel 1:4b

La identidad es un tesoro valiosísimo, y más aún en estos tiempos en los que el sistema del mundo cambia con una velocidad sorprendente. Tal cambio sugiere medidas para poder contrarrestar los efectos nocivos que puedan afectar nuestras vidas y las de las próximas generaciones.

Hablo de la contra cultura cristiana, de esos valores que solamente podemos alcanzar si somos auxiliados por la intervención divina en nuestras vidas, destruyendo de un solo golpe la mentira más grande del sistema: El hombre "per ce" no puede generar bondad si no tiene sembrada la simiente del evangelio, es decir, si no mora cristo en su ser.

Babilonia es la cuna del sistema progresista de su época, y por tal motivo el estar actualizado con su corriente de pensamiento, con su cultura y su sistema social, era el lo mejor de lo mejor de en sus años de oro. Pues en este momento de la historia aparecen cuatro muchachos hebreos, los mejores ejemplares de su pueblo, lo cual los hace codiciosos para los propósitos del rey.


Es ahí donde el rey dicta la orden que se les enseñe a estos y otros muchachos que les acompañaban, la escritura y lengua de los caldeos, es decir,  que ya no usen su lenguaje natal sino el de Babilonia, y para lograr tal propósito les pone a disposición la ración del rey: su banquete.

Estos cuatro muchachos hebreos, fieles a sus principios, no se dejan influenciar por la corriente de Babilonia y se oponen a perder su identidad, por lo que deciden no tomar la ración del rey y optar por la dieta de consagración y santidad para su Dios.

Pues resulta ser que estos muchachos sobresalen de todos los demás, en sabiduría, conocimiento y aspecto físico, por lo que el sistema accede a que sigan con su régimen alimenticio, pero hay un pequeño detalle. el sistema no se queda de brazos cruzados, por lo que como no pudieron cambiar lo que les alimenta, deciden cambiarles su identidad, es decir, sus nombres.

Dios nos ha dado una identidad nueva juntamente con su salvación, un nombre que va acompañado de la bendición de ser hijos de Dios, un pueblo escogido por él. A esto el sistema intentará cambiar las palabras y el idioma celestial que nos han sido entregados por la doctrina de sistema, y si esto fracasa, tratarán de cambiarnos el nombre, hoy en día a los cristianos nos llaman retrógradas, dinosaurios, tercermundistas, fanáticos y un sin fin de peyorativos con tal de minar la fe de los hijos de Dios.

Por eso el llamado es a no cambiar nuestra identidad celestial, somo hijos de Dios, su especial tesoro, no importa como el mundo quiera llamarnos solo hay un nombre que puede calificar y definirnos delante de Dios: ¡Hijos!


 


 

 



miércoles, 3 de agosto de 2022

¡Fe insistente!


 Lucas 18:7 ¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? 8 Os digo que pronto les hará justicia.

Catorce años era mi edad cuando nos mudamos de casa, envuelto en un drama familiar que marcó mi historia de vida, vine a parar en casa de mi abuela, en la plena edad de la adolescencia, lo que iba a definir muchas cosas en mi...pero bueno, sigamos con el relato que quiero compartirles en esta oportunidad...

Resulta ser que en esta nueva casa empecé a ver un hecho recurrente, todas las mañanas se escuchaba un golpeteo constante sobre una superficie plástica, y como buen curioso pronto indagué sobre el origen de ese sonido que muchas veces interrumpía mi sueño.

Un pequeño pájaro carpintero se había dado la tarea de hacer su casa en un plato de una antena de telefonía móvil, la pobre criatura pensaba que era alguna especie de árbol y se de daba cita todas las mañanas, todos los días, a la misma hora golpeteando el plástico de la antena. Lo interesante y curioso de esta historia es que hoy en día, después de más de veinticinco años después, un pájaro carpintero sigue sin faltar a su cita de querer moldear lo que para él es madera. A estas alturas no sé si es la misma ave (no sé la longevidad de estos) o si es otro pájaro carpintero que relevó al anterior, pero sigue con la misma tarea asignada, golpear con su pico un material que poco a poco ha ido cediendo a la insistente y constante fe de este pequeñín que no se da por vencido.

Pues en esta misma situación se encuentra la viuda del relato bíblico, quien insistentemente presentaba su caso delante de un juez que no temía a Dios, pero que al final termina cediendo a la fe insistente de la mujer que no le daba tregua, no le daba descanso golpeteando su conciencia para que le hiciera justicia favorable.

¡Cuánto más  a nosotros! hijos, adoptados por el único y soberano Padre celestial no serán escuchadas nuestras súplicas. ¿Cómo nuestro juez, que sí es un juez justo, no escuchará nuestro clamor? 

La respuesta es la fe insistente, la fe de un ave de persistir por años un deseo ridículo, contra natura, algo que que nunca sucederá....pues esa fe insistente es la que mueve la mando de Dios, no con chantaje, sino con fe de esperar una respuesta conforme a Su voluntad.

Imitemos esa fe persistente de este pequeño carpintero y de esta bendita viuda que luego de tanta insistencia logró que el juez prestara oídos a su petición...¡Fe insistente!

lunes, 1 de agosto de 2022

El Séptimo pozo

 "En aquel día sucedió que vinieron los criados de Isaac, y le dieron nuevas acerca del pozo que habían abierto, y le dijeron: hemos hallado agua. Y lo llamó Seba" Génesis 26:32

El sistema en el que vivimos es un sistema "express", queremos ahorrarnos tiempo en nuestras labores cotidianas, para el baño tenemos shampoo dos en uno, comida deshidrata que está lista en un par de minutos al micro ondas, café instantáneo, sopas instantáneas, todo debe ser a la velocidad que lo necesitamos, más aún para la generación digital que creció conectada a las redes sociales, que no soportan un mensaje predicado que sobrepase los veinticinco minutos. Todo es para las ¡Ya! sino corren el peligro de caer en estrés, ese es el mundo en el que vivimos.

Se perdió el llevar a nuestras citas a un restaurante a la carta y esperar treinta minutos por la especialidad de la casa, eso es inconcebible, mejor una hamburguesa en cualquier puesto de comida rápida, y qué decir de la intolerancia ante el tráfico de la tarde-noche a la salida del trabajo, todo se confabula para que la intolerancia a esperar los procesos esté a flor de piel en todos nosotros.

Isaac está en una encrucijada, por una parte está la indicación de su padre -no desciendas a Egipto, te meterás en problemas-, por otra parte está la sequía y la hambruna que le hace meditar en ir a Egipto y comerciar para poder resolver sus problemas económicos.

En estas se encuentra el hijo de la promesa, cuando empieza a peregrinar a los alrededores de Egipto, donde encuentra seis de los pozos que había abierto su padre años atrás, y empieza un pleito en cada pozo con los filisteos. Aparentemente en cada pozo que abre, va solventando su necesidad a costas de rencillas con los filisteos.

Cuántas veces nosotros hemos actuado de igual manera, tratando de seguir el consejo de los demás y seguir sus pasos vamos abriendo pozos que no terminan de saciar nuestra sed, nuestro corazón, nuestro anhelo por prosperar y florecer.

Es en ese momento que Dios le habla personalmente a Isaac, le ratifica sus promesas y le da la instrucción de cavar un pozo, no abrir un pozo viejo donde su padre caminó, uno nuevo, con su fe, con sus fuerzas, con su esperanza puesta en Dios. Sorprendentemente este pozo, el número siete, fue el de la bendición, el que Isaac trabajó abriéndose paso en la tierra hasta encontrar su propia agua, luego de seis pozos viejos, tuvo que esperar el proceso, esperar que Dios le hablara personalmente y no rendirse.

No sé en qué número de pozo estás en este momento  de tu vida, lo que si puedo sugerir es que no desistamos en nuestra fe, ya llegaremos al séptimo pozo donde podremos saciar nuestra sed, la sequía de nuestra alma y glorificar el nombre de Dios por su inmensa bondad.

 

 





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