Meditando un poco acerca de estas dos palabras, me doy cuenta que la mayoría del tiempo manejo conceptos volátiles con respecto a ellas.
Al estudiar un poco acerca de la perfección en la Biblia y preguntarme porque Dios le pide a Abraham que sea perfecto delante de Él, porque a nuestros ojos parece un imposible y una grosería que le pidan eso a un hombre limitado en sus emociones, sentimientos, complejos, aun en la edad, porque Abraham ya estaba mayorcito cuando le hacen esta peculiar petición.
Y es que como buenos pensadores latinos, sacamos nuestra regla humanista y cruel, creyendo que la perfección significa cero errores, nada de complicaciones, tener siempre la solución debajo de la manga, salir siempre airoso de esta o aquella situación, estar siempre impecable.
Si esa hubiera sido la intención de Dios al pedirle perfección a Abraham, no creo que hoy en dia fuera uno de los paradigmas de la fe cristiana.
La palabra perfección tiene mucho que ver con practicar; ¿Qué significa esto?...Que es imposible que no nos equivoquemos la primera vez que llevamos a cabo tal o cual acción, pero después de practicar y practicar la misma, llegamos a un punto en que alcanzamos estadísticamente cierto grado de perfección, y me apoyo al método estadístico, porque bajo las probabilidades siempre hay un margen de error.
Michael Jordan, todos nos acordamos de él cuando mencionamos la palabra baloncesto, el hombre era una maquina para encestar en la NBA, parecía que desde su nacimiento venia con ese talento, pero entre tanto derroche de habilidades y técnicas lo vi muchas veces cometer errores en la cancha, pero su juego era PERFECTO.
La perfección tal y como nosotros la conceptualizamos conlleva una gran dosis de injusticia, juicio, critica, censura, discriminación y por sobre todo, una grave falta de gracia.
Lo que Dios le dijo a Abraham es que se ejercitara en la relación con este nuevo Dios invisible que no había conocido, que practicara su fe dándole por promesa una nación y simiente como la arena del mar, que perfeccionara su fe dia a dia, cayendo, pero volviendo a levantarse, bajando por un momento los brazos a causa del cansancio, pero nunca dándose por vencido.
Entonces ha llegado el momento de expresar lo siguiente: Cada vez que nos levantamos y seguimos luchando contra las circunstancias y problemas y no nos dejamos vencer, estamos siendo perfectos.
Bueno, ¿Y qué hay de la excelencia?…
La excelencia, es muy similar a la perfección, con la diferencia que esta tiene que ver mucho con la gracia.
La excelencia va mas alla de no equivocarse, de lucir impecable, e incluso, de sentirnos avergonzados o humillados en nuestro ego; la excelencia significa dar mi mejor esfuerzo, aplicar todas mis fuerzas para realizar una acción, sabiendo que aunque no alcance los ESTANDARES DE CALIDAD Y PERFECCIÓN HUMANA, doy lo mejor que hay en mi.
Por eso trato de no criticar de forma negativa la manera en que los músicos tocamos en nuestra iglesia, aunque dicen que toda critica es negativa, pero trato de resaltar mas los logros que cada uno desarrolla, claro! la música requiere de perfección, es decir, horas y horas de práctica para ser cada vez mas diestros y hábiles, pero sé que los muchachos dan su mejor esfuerzo, no son humanamente PERFECTOS, pero, ¿quién lo es?...
No estoy sacando un escudo de mediocridad y conformismo para alcahuetear la flojera y la indisciplina, más bien, sazonando con gracia la fría y cruel acusación de los intachables que exigen lo que ni Dios pide de su iglesia, porque no creo que Él se interese en mis desafinadas más que en mi relación y santidad hacia Él.
Esto lo he aprendido después de catorce años de juzgar, señalar, exigir y hacer llorar con mi perfeccionismo humano a muchas personas que formaron y forman parte de nuestro grupo de alabanza, perdón por portarme y haberme portado con los que ya no están muchas veces como un dictador sin darles el mérito de la gracia que nos cubre a todos por igual.
Y usted… que va a exigir de ahora en adelante, perfección o excelencia.
Bendiciones…
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1 comentario:
Muchas gracias por la enseñanza, para evitar juzgar con dureza a otros. E incluso a nosotros mismos... Nancy Dueñas
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