martes, 8 de enero de 2013

El Sicómoro y... la falta de perdón

Qué difícil palabra es el PERDÓN. Una palabra tan corta pero más pesada que el Titanic. Tan inofensiva pero incisiva como un espetón. Tan fácil de escribir pero áspera a la hora de pronunciarla. Se atraganta cuando se quiere expresar. Es un alfiler con cientos de agujas dentro de nuestro corazón.

Pedir perdón de por sí es un acto bastante humillante. Reconocer mi culpa e ir hacía donde está mi ofendido y vulnerar el ego, exponer el corazón, poner la carota para obtener esa palabrita chiquita que nos hace recobrar el apetito y conciliar el sueño. Ya no digamos lo trabajoso que es el dar el perdón...uff!!! eso sí que nos deja sin aliento. El dar el perdón a una deuda moral, eso mi amados, se llama madurez, carácter, parecerme a Jesús.

Y no estamos hablando de perdonar cosas infantiles como una mal gesto, un saludo no correspondido, ó los cinco dólares que mi hermano me prestó la vez pasada y se los dio por regalados. No, me refiero a heridas profundas donde ha pasado el bisturí, donde se ha tenido que supurar con alcohol y yodo la herida. Donde el hueso ha tenido que se quebrado del todo y luego enyesado para que sane y vuelva a la normalidad. Donde el paso del tiempo es muy lento. En esos casos, donde por ley necesitamos hacer una pausa en nuestra respiración y pensar dos veces para estar seguros si hemos perdonado.

Todos tenemos heridas en el corazón, unas más profundas que otras. Hay cosas que son fáciles para nosotros de perdonar porque generalmente nosotros hemos sido perdonados por las mismas faltas.
Pero hay heridas que están enconadas, como una astilla en el dedo, duele mucho el intentar sacarla, y casi siempre lo que se consigue es empujarla más hacía adentro de la piel.

Jesús está de nuevo con sus discípulos hablando sobre el perdón, y sus palabras una vez más han desequilibrado la mente de sus doce seguidores, una vez más lo que su maestro pide es un imposible para ellos. Está bien perdonar, pero no es para tanto...setenta veces siete por día es algo prácticamente imposible de concebir... puedo perdonar una vez pero no la segunda.... perdonar perdonar perdonar...

Señor.... aumentanos la fe.....esa fue la respuesta.
La replica del maestro ante esta repuesta es más maravillosa aún. Sí tuvieran fe como un grano de mostaza podrían decirle a este sicómoro quítate y plántate en el mar, y éste obedecería a la fe.

Aún el sicómoro con sus profundas raíces no ofrecería resistencia a una declaración de fe. Lo que nos parezca más difícil como trasplantar un sicómoro, es posible con la ayuda de la fe, cuánto más el perdonar...
 Eso es lo que Jesús nos dice hoy, tienes fe para recibir mi salvación? entonces también tienes fe para perdonar.... Difícil pero no imposible. No nos cansemos de perdonar y pedir perdón, es un fruto de una vida espiritual sana e integra...

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