domingo, 19 de febrero de 2023

Sal...sed y hambre

Cuando dejamos que el amor de Dios se instale en nuestros corazones podemos experimentar diversos cambios. No existe una persona que después de toparse con la inmensidad del amor de Dios siga con la misma perspectiva ante la vida;  y es que el entorno de nuestra vida comienza a tomar un nuevo sentido y a sentirle sabor a las diversas circunstancias de nuestro día a día.

La palabra de Dios es así. Entra en nuestro ser y es capaz de darle vida a lo que está por morir:el amor, la fe, la confianza. Todo toma un nuevo color, un nuevo aroma y un nuevo sabor.

Pues resulta que nosotros, los que seguimos a Cristo, hemos sido catalogados por nuestro maestro como la luz del mundo y la sal de la tierra; Luz para alumbrar con nuestra vida y refractar la luz de Cristo, pero también debemos ser sal. Esa Sal que sirve para preservar, para dar sabor a los alimentos; todo nuestro contorno debe ser sazonado con la sal de Cristo.

Pero meditando en esto un poco más, encuentro que hay una característica peculiar de la sal, un elemento que muchas veces pasamos desapercibido y que debe ser o mostrarse en nuestras vidas.

Resulta ser que la sal aparte de dar sabor y servir de presevante, tiene la propiedad de producir sed y hambre; estas propiedades están demostradas científicamente. La sal pone en acción ciertas neuronas que emiten impulsos que le indican al cuerpo humano que necesitan regular el nivel de sal en los líquidos corporales, esto hace que el cerebro mande la señal que es necesario un sorbo de agua fría y a su vez nos abre un poco más el apetito.

Esa acción es la que necesita estar presente en nuestras vidas. Si hemos conocido del amor y la misericordia del Señor es que hemos determinado también ser sal.  pero ¿Será que los que nos rodean están siendo activados para tener hambre y sed de Jesús? sin afán de juzgamiento  ni prejuicios esto debería ser el común denominador en nuestras vidas; el hambre y sed por conocer del amor de Cristo debe ser producto de nuestra sal, si no lo estamos viviendo...¿Será que necesito que mi sal vuelva a activarse? porque a diferencia de la sal natural, esa del mar, cuando pierde su sabor y se vuelve insípida ya no sirve para hacer su función; nosotros por el contrario tenemos a Cristo en nosotros y su palabra que sirve como activador de la sal en nuestras vidas.

Quizás el día a día no nos permita muchas veces cumplir el propósito, puede ser que las inseguridades no nos permitan salir de una vez por todas del salero, pero nuestro llamado y propósito está ahí vigente y esperando por nosotros...producir hambre y sed en los que aún no han bebido del raudal de vida que e Cristo ni se han alimentado de Su hermosa y bendita palabra.


 




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