La orden fue clara... La instrucción era precisa... Su misión era entrar en la tierra prometida y traer un reporte que confirmara lo que Dios les había prometido en boca de Moisés..."lugar que fluye leche y miel".
Y así fue... Tal y como Dios lo había prometido, era una tierra fructífera, próspera y abundante.
Los doce príncipes espías vieron con sus ojos la leche y la miel, sus manos palparon los frutos de gran tamaño que producía esta tierra, su tierra prometida. Sintieron el dulce olor de la miel silvestre que llenaba aquellas verdes praderas, parcelas vírgenes esperando ser labradas para producir grandes cosechas... Pero también vieron a los Anaceos, hombres corpulentos y de gran estatura... Y se olvidaron de la promesa divina.
Dios te ha prometido un mejor puesto laboral, una mejor vivienda, el hijo que tanto anhelas, la provisión que tanto necesitas... Pero habrá Gigantes, surgirán peros en el camino, asaltarán dudas antes de alcanzar el milagro. Todo eso no debería importar si tenemos en mente la promesa de Dios en nuestra vida.
La misión es simple... Esperar que lo que Dios ha dicho sobre nuestra vida, se cumpla. Habrán abortivos que pondrán a prueba nuestra fe, pero debemos confiar, El no nos trajo hasta aquí para volver atrás!!
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