lunes, 1 de agosto de 2022

El Séptimo pozo

 "En aquel día sucedió que vinieron los criados de Isaac, y le dieron nuevas acerca del pozo que habían abierto, y le dijeron: hemos hallado agua. Y lo llamó Seba" Génesis 26:32

El sistema en el que vivimos es un sistema "express", queremos ahorrarnos tiempo en nuestras labores cotidianas, para el baño tenemos shampoo dos en uno, comida deshidrata que está lista en un par de minutos al micro ondas, café instantáneo, sopas instantáneas, todo debe ser a la velocidad que lo necesitamos, más aún para la generación digital que creció conectada a las redes sociales, que no soportan un mensaje predicado que sobrepase los veinticinco minutos. Todo es para las ¡Ya! sino corren el peligro de caer en estrés, ese es el mundo en el que vivimos.

Se perdió el llevar a nuestras citas a un restaurante a la carta y esperar treinta minutos por la especialidad de la casa, eso es inconcebible, mejor una hamburguesa en cualquier puesto de comida rápida, y qué decir de la intolerancia ante el tráfico de la tarde-noche a la salida del trabajo, todo se confabula para que la intolerancia a esperar los procesos esté a flor de piel en todos nosotros.

Isaac está en una encrucijada, por una parte está la indicación de su padre -no desciendas a Egipto, te meterás en problemas-, por otra parte está la sequía y la hambruna que le hace meditar en ir a Egipto y comerciar para poder resolver sus problemas económicos.

En estas se encuentra el hijo de la promesa, cuando empieza a peregrinar a los alrededores de Egipto, donde encuentra seis de los pozos que había abierto su padre años atrás, y empieza un pleito en cada pozo con los filisteos. Aparentemente en cada pozo que abre, va solventando su necesidad a costas de rencillas con los filisteos.

Cuántas veces nosotros hemos actuado de igual manera, tratando de seguir el consejo de los demás y seguir sus pasos vamos abriendo pozos que no terminan de saciar nuestra sed, nuestro corazón, nuestro anhelo por prosperar y florecer.

Es en ese momento que Dios le habla personalmente a Isaac, le ratifica sus promesas y le da la instrucción de cavar un pozo, no abrir un pozo viejo donde su padre caminó, uno nuevo, con su fe, con sus fuerzas, con su esperanza puesta en Dios. Sorprendentemente este pozo, el número siete, fue el de la bendición, el que Isaac trabajó abriéndose paso en la tierra hasta encontrar su propia agua, luego de seis pozos viejos, tuvo que esperar el proceso, esperar que Dios le hablara personalmente y no rendirse.

No sé en qué número de pozo estás en este momento  de tu vida, lo que si puedo sugerir es que no desistamos en nuestra fe, ya llegaremos al séptimo pozo donde podremos saciar nuestra sed, la sequía de nuestra alma y glorificar el nombre de Dios por su inmensa bondad.

 

 





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