viernes, 23 de noviembre de 2012

Presencia o apariencia, qué ves?

Soy una persona analítica, desde muy pequeño mi refugio fueron los libros porque era muy preguntón, y al no crecer con mis padres hizo que no tuviera a nadie que me explicara como los aviones volaban, los barcos no se hundían, en fin, todo lo que un pequeño utiliza para bombardear de preguntas a los padres, así que me sumergí en los que siempre tenían una respuesta para todo, los libros.

Dentro de todos los libros que tenía a mi disposición en la casa de mi abuela materna siempre tuvo prioridad la Biblia, desde que aprendí a leer en ella cuando era un párvulo, no me deja de impresionar y asombrar cada historia y cada enseñanza de Dios en ella.

Meditando acerca de cómo Dios cuidó a su pueblo en medio del desierto, cómo no perecieron de hambre, o de sed, sus vestidos y calzado no se desgastaron, el calor del sol era minimizado por la nube que les cubría y el frío era poco perceptible debido a la columna de fuego.

Pero hay un detalle que me hizo meditar, a la hora de entrar en batalla con las tribus del desierto que se les oponían, la Biblia narra como todos en el desierto temían al pueblo de Israel porque siempre ganaban sus batallas, pero... Cómo una generación de ex esclavos, hombres de barro y lodo, que han vivido haciendo ladrillos para faraón y criando ganado podían hacer que las tribus más diestras para la batalla, las más feroces y sanguinarias de su época fueran acobardadas en su corazón con respecto a Israel???

Muy sencillo, estas tribus de guerreros no miraban la apariencia del pueblo de Israel, ellos sentían terror por el arca de la presencia de Dios!!! Eso los hacia desfallecer, los hacia huir, los confundía, era lo que ellos temían, no la apariencia de los israelitas, sino la presencia de Dios.

Muy a pesar nuestro, muchas veces somos nosotros mismos los que nos desacreditamos al enfocarnos en nuestra "apariencia" en lugar de ver que la presencia de Dios va con nosotros donde quiera que vamos, nos enfrascamos en nuestras debilidades, vemos lo que nos falta en lugar de lo que Dios tiene preparado para nosotros, creemos que no podemos con nuestras fuerzas cuando tenemos a alguien que es todopoderoso para darnos la victoria.

Desde hoy, yo decido no ver mi apariencia, sino en ocuparme para que Su presencia me acompañe donde quiera que vaya, ese debe ser nuestro propósito como pueblo de Dios....
No es por apariencia, es por su presencia!!!!

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