sábado, 15 de noviembre de 2025

Túnica de colores

Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos...y le hizo una túnica de muchos colores. Génesis 37:3

Los seres humanos somos creadores, ya sea por necesidad, trabajo o pasatiempo el hombre dedica buena parte de su vida en estar creando. Desde una buena cena, un proyecto escolar hasta una maquinaria industrial, todo es consecuencia de uno de los atributos divinos con los que fuimos hechos: ser creadores.

Esto tiene lógica, pues nuestro Padre de donde venimos es el CREADOR de todo lo que existe, nosotros incluidos; tan es así, que Dios hasta el día de hoy sigue creando en beneficio de sus hijos. EL sigue creando matrimonios, sigue haciendo milagros, sigue alegrando gratamente el corazón del hombre,

Israel (Jacob) tiene dentro de su numerosa familia un hijo que es diferente a los demás, hay algo en él que hace que este padre no solo pose su corazón, sino también sus ojos en este muchacho, pero no estamos hablando de sus ojos naturales sino los ojos del alma, del espíritu.

Es muy importante para nosotros como hijos de Dios el poder tener nuestros sentidos espirituales despiertos y bien activos para poder discernir el ambiente que nos rodea, principalmente el ambiente espiritual para que tengamos una perspectiva de cual es la voluntad agradable y perfecta que el cielo nos está indicando que debemos seguir.

Y Jacob decide entonces que necesita hacer algo para ayudar a cuidar y proteger a este muchacho porque tiene una asignación de parte de Dios, entonces decide hacerle una túnica de colores para que no solo él sino todos supieran que algo especial se estaba gestando en el interior del joven José.

Cada uno de nosotros tiene un José, un hijo que se gestó en nuestra mente, una idea, un sueño, un propósito, un anhelo o una palabra de Dios que se hizo un rema, una promesa...una esperanza. ¿Ya identificó el suyo?. Yo tengo muchos suspiros delante de Dios, peticiones personales y proyectos que he identificado que están dentro de la voluntad perfecta de Dios y me emociona mucho saber que el Señor tiene preparada todas esas muestras de bien para mi vida.

Pero hay un detalle, ese sueño, ese anhelo que tanto amamos, ese proyecto que esperamos en Dios se lleve a cabo, ese José necesita que le hagamos una túnica, que lo cubramos con fe, que lo abonemos con esperanza, que cada día lo pongamos en las manos de Dios. ¿Están nuestros proyectos y propósitos cubiertos? cada semilla necesita ser escondida en la tierra para protegerla de agentes externos que puedan hacerle daño, de la misma manera nosotros debemos vestirnos de la palabra de Dios para poder mantenernos con fe creyendo en las promesas de Dios sin dudar.

Fue el mismo Jacob el que le hizo la túnica de colores a José, somos nosotros mismo lo que debemos cuidar nuestras peticiones y anhelos con fe y confianza en el que todo lo puede, sabiendo que a su tiempo si no desmayamos, veremos cada uno de esos sueños cumplirse en nuestras vidas.



martes, 28 de octubre de 2025

Vista al frente

 Miren tus ojos hacia adelante, y que tu mirada se fije en lo que está frente a ti. Proverbios 4:25.

Era 1990. Lo recuerdo con claridad, porque ese fue el año en que ingresé al colegio que marcaría mi vida. Dejaba atrás una niñez melancólica y solitaria, sin imaginar que, desde entonces, muchas cosas comenzarían a transformarse en mi interior y a mi alrededor.

Uno de esos grandes cambios fue mi maestra de música, una señora de unos sesenta y tantos años, pelo rizado y blanco, unos ojos celestes como un cielo despejado en verano, pero lo que más admiré de ella fue su talento para ejecutar el piano, ella era mi héroe (lo sé, propiamente debería escribir 'heroína' pero es un guiño para mi amada esposa), en fin, esa maravillosa cadencia de sus manos en el piano hacían que dentro de mi se moviera algo. He de explicar que mi maestra amaba a Jesús como muy pocos por lo que cada lección iba de la mano de una palabra de Dios.

Una de sus expresiones cuando por fin la convencí de darme clases de piano fue la siguiente: 'la vista siempre al frente', y es que como novato en el piano quería ver con mis ojos lo que mis dedos estaban tocando, pero ella insistía que debía confiar en mi memoria muscular.

Muchas veces actuamos de esta manera, nuestros ojos quieren tener el control de la que está pasando , queremos ver, porque ver lo que pasa nos da seguridad y confianza, y otros peor aún, nos enfocamos en lo que nos rodea o en lo que dejamos atrás.

Miren tus ojos hacia el frente, dice el texto de hoy, y es que ver hacia el frente no solo significa soltar el pasado, que ya es bastante logro si lo hacemos, pero también el presente, soltar el día a día para despojarnos del afán y de la inseguridad, puestos los ojos hacia el frente, no necesitamos ver para tener el control de lo que pasa en nuestras vidas, basta con mantener nuestros ojos en el pentagrama de la voluntad de Dios, su palabra y confiar que Dios está en control haciendo en nosotros memoria muscular, lo que significa que si sabemos que Dios lo hizo anteriormente en nuestras vidas, lo volverá a hacer, así que....¡Vista al frente!.

lunes, 27 de octubre de 2025

Cuidado con lo Común

El rey hizo la plata tan común en Jerusalén como las piedras, e hizo los cedros tan abundantes como los sicómoros que están en el llano. 1 reyes 10:27


Los países escandinavos se distinguen en el mundo por sus hermosos paisajes que reúnen todo lo que cualquier persona pudiera anhelar tener en su entorno: glaciares, lagos, montañas nevadas, ríos, fiordos, en fin, todo lo estéticamente bello de la naturaleza lo tiene este espacio geográfico.


Viendo un documental sobre estos países a los que yo tampoco me escapo de apreciar la hermosa creación divina que poseen, el guionista y narrador lanza una expresión que quedó resonando en mis oídos: ‘hay estaciones de carga de gasolina o carga eléctrica que están a más de 200km de distancia entre ellas, el paisaje natural entre ellas es maravilloso, pero no hay estaciones de servicio, tiendas, restaurantes, nada que haga que las personas se detengan en el trayecto y la razón es que esos paisajes se volvieron tan común que en la carretera manejando a prisa ya no se detienen a contemplar todo lo hermoso que les rodea’.


Salomón, el rey más sabio y el más rico de toda la historia de la humanidad cometió el mismo error que están cometiendo los países escandinavos, hizo la plata y los cedros del Líbano tan comunes que perdieron valor no solo financiero o comercial, en su corazón perdieron el verdadero valor. Dicho valor no provenía de su intelecto o capacidad de negocios, no, esos eran dones que Dios le había otorgado por su puro amor y misericordia.


¿Cuántas veces hemos demeritado la bondad y misericordia de Dios en nuestras vidas? bendiciones, milagros, dones, talentos, son cosas que vienen de la mano de Dios pero que con el tiempo en nuestro corazón dejan de ser impactantes y pasan a la zona de lo común. 


El amor de Dios no es algo a lo que debemos acostumbrarnos a verlo como común, su misericordia y bondad no se deben tomar como algo con lo que simplemente contamos porque sí, ¡de ninguna manera! el cielo se despojó de lo más precioso, el Padre entregó a su amado hijo para nuestra redención y adopción, esto es algo que debemos agradecer y cuidar como tesoros.


La salud, una buena esposa, un buen esposo, hijos brillantes, un trabajo estable, todo esto no debe caer nunca en la zona de lo común, no podemos darnos el lujo de Salomón, de los escandinavos, de tener ante sus ojos las maravillas de Dios y verlo como algo simple y natural. Su amor amor fue y sigue siendo un acto sin precedentes, eterno, inmerecido siempre honrado por todos nosotros, Su gracia y favor nos permita siempre bendecir el nombre de Dios por todo lo que hace en nuestras vidas.



miércoles, 22 de octubre de 2025

Oídos sin Fe

 Porque, ¿Quiénes fueron los que, después de haber oído, lo provocaron a ira? Hebreos 3:16a

Hay bendición en escuchar la voz de Dios, ¡por supuesto que sí!, escuchar su voz a través de su palabra definitivamente que es para nuestro provecho, atesorarla es una bendición integral, es decir, que cada área de nuestra vida es ampliamente fructífera.

El primero de los salmos lo declara así, el que medita en la palabra de Dios dará fruto a su tiempo y su hoja no cae. Escuchar la voz de Dios debe ser una petición primordial de cada uno de nosotros que decimo amar a Dios y buscamos agradarle haciendo su voluntad.

Pero aparte de ser una bendición escuchar la voz de Dios es una responsabilidad que va ligada con la fe, ¿Cómo así?, nosotros prestamos nuestros oídos cuando nos sentimos identificados con el mensaje del interlocutor, ya sea un video de cómo hacer pollo en salsa de tomate, hasta una conversación trivial con nuestros amigos, familiares o pareja nosotros les prestamos atención porque confiamos en que lo que nos hablarán se identifica con nuestra manera de pensar y que su charla nos aportará positivamente en nuestro marco de pensamiento.

Lo interesante entonces no es solo pedir escuchar la voz de Dios sino más bien preguntarnos ¿Para qué quiero escuchar la voz de Dios? ¿Para qué quiero que me hable?, porque si solo es para llenarme de conocimiento retórico, de un sentimiento sensacionalista (cualquiera se asombraría de escuchar literalmente la voz de Dios) estamos sobrellevando ya no una bendición sino una responsabilidad de la que se nos pedirá cuentas.

Esta gente escuchó la voz de Dios, vieron la nube y los truenos en el monte Sinaí, quedaron perplejos al ver el rostro resplandeciente de Moisés al bajar del monte con los mandamientos su Dios, todo esto estuvo bien, pero entonces, ¿porqué llamaron a ira a Dios?, solo una razón: oídos sin fe.

Escuchar la palabra de Dios sin los lentes de la fe es como tener la sopa más deliciosa frente a nosotros y querer tomarla con un tenedor en lugar de una cuchara, es tener un carro de lujo pero sin la llave para ponerlo en marcha.

cuántas veces nos hemos acercado a Dios para escuchar su voz pero sin la fe, la confianza necesaria para descansar en sus promesas, para dejar a un lado el afán y el estrés del día a día. Esta gente escuchó la voz de Dios, sus promesas, sus bendiciones y su cuidado, pero el calor y la sed del desierto ensordecieron su confianza, su fe, la esperanza de aquellas palabras que un día atesoraron.

Nuestro deber hoy es no solo pedirle a Dios que nos hable, sino tener la confianza suficiente que EL es nuestro Dios y Señor, que Su palabra sustenta y sostiene todo. Solo de esa manera podemos ser agradables delante de nuestro Señor y podremos disfrutar de la bendición integral de Su palabra en nuestras vidas. 

 



miércoles, 8 de octubre de 2025

¡Temprano!

Y cuando el que servía al hombre de Dios se levantó temprano y salió, he aquí que un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad. Y su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? 2 reyes 6:5


Me gusta madrugar, es un hábito que adquirí desde muy temprana edad. Siempre he observado esa transición de la noche al día, ver esos primeros rayos de sol aunque sea desde la ventana de nuestro cuarto, me parece sorprendente como sucede ese milagro todos los días y lo tenemos tan a nuestro alcance que se ha vuelto rutina para muchos.

Esta es la primera razón que encontré como pretexto para levantarme temprano, la otra razón es mi tiempo de intimidad con mi Señor y Padre. Desde que leí que el ama a los que temprano le buscan he tratado de no fallar en esa cita tempranera, no siempre oro más de media hora pero platico con mi Señor en el resto del día, aunque la mayoría de veces yo estoy como oyente y espectador de lo que me quiere decir.

Esas dos razones me levantan de la cama siempre, por supuesto, hay otras razones más terrenales como ir a trabajar, despedir a los niños antes que salgan a la escuela y no sé qué otra rutina podríamos tener para madrugar, pero la primordial es encontrar la voz de Dios, es poder escuchar su voluntad, nutrirnos con su palabra para poder vencer en el resto del día.

Se imagina usted  Guezi, levantándose temprano como todos los días con buen ánimo, preparándose para servir a Eliseo el hombre de Dios, ese era un alto privilegio. Sus motivaciones eran excelentes esa madrugada, sus propósitos para ese día, empezando su jornada de la mejor manera posible pero…oh, sorpresa, en lugar de ver el hermoso paraje que adornaba su entorno, ve enemigos por todos lados acechándolos.

No sé cómo se sentiría este muchacho, pero si sé cómo me he sentido yo muchas veces en las que diligentemente busco madrugar para recibir la bendición, para llegar temprano al trabajo, para estar a tiempo en la escuela….y sorpresa, el tráfico no nos dejaba avanzar, el carro con una llanta falta de aire, un pequeño resfriado, una pequeña discusión con mi pareja, un berrinche de los niños ….ahí temprano.

Señor, yo soy tu hijo y me he esforzado por temprano buscar tu rostro, ¿Cómo es posible esto?, como Guiezi he pasado por esos momentos de afán, de ansiedad y de agobio. Pero gracias a Dios por Cristo Jesús, que está a nuestro lado para abrirnos los ojos para que podamos ver que nuestro servicio no es en vano, nuestra diligencia por ser agradables ante el padre no ha pasado desapercibida.

Levantarse muy temprano muchas veces implica no tener la visión clara de lo que nos rodea, pero tenemos con nosotros al que tiene el control de lo que nos rodea, caminemos por fe y no por vista, sin desanimarnos ni desmayar….mayor es el que está con nosotros, el FIEL y VERDADERO


lunes, 6 de octubre de 2025

Rompe techos

  Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico. Marcos 2:4

Esta pequeño relato de la bíblia me hace recordar un episodio de mi vida en la casa de mi abuela materna, en donde viví gran parte de mi infancia  ¡Lo recuerdo cómo si fuera ayer!…

Ese lugar del que tengo tantos bueno recuerdos (y otros no tan buenos) en donde se forjaron mis primeras experiencias en conocer a Dios.

Fue ahí donde a fuerza y amenaza de no recibir mi vaso de leche por las mañanas tuve que leer el proverbio del día,  no sé por cuantos años. En ese lugar descubrí mi pasión por la música clásica instrumental, el piano y los libros, al principio fueron como un refugio, sin embargo; estos pasatiempos dejaron de ser subterfugios del alma y se convirtieron en mis herramientas espirituales…

Lamentablemente ese lugar no solo fue un semillero de buenos recuerdos; dichoso fuera!, también hubieron episodios grises llenos de ausencia y soledad por no tener a mis padres conmigo, otros tantos aterradores que desearía no recordarlos. Pero cada uno, ha servido para forjar lo que ahora soy. El amor de mi padre eterno es perfecto, fiel y en ÉL no hay despropósito sino al contrario; hace que todas las cosas obren para nuestro favor.

uno de esos recuerdos que saltan a mi memoria es un sueño recurrente que yo tenía en ese entonces. Resulta ser que algunos de mis primos llegaban a la casa de la abuela y ese momento era aprovechado por todos. Uno de mis primos con los que me tocó vivir en esa casa era experto en subirse al plafón, pasarse el techo y salirse a la calle a divertirse sin que los adultos se dieran cuenta. Travesura de niños, pero yo, cinco años menor que este intrépido escalador, miraba eso como una hazaña inalcanzable. 

Poco a poco fui aprendiendo a soltar el miedo y comencé por jugar en el plafón, pero había algo que no había podido vencer y era saltar desde ese lugar que a mis ojos de niño se veía tan alto. Eso me paralizaba, y es que era el recuerdo persistente de aquel sueño en el que yo me atrevía a saltar desde el plafón, pero al caer terminaba mal herido. 

Ese sueño me robó el privilegio de disfrutar horas de juego, hasta que llegó el día en que ya no soporté ser el único que observaba mientras mis primos se divertían colgados de las varillas de hierro de ese plafón que había quedado a medias. Llegó el día en el que vencí el temor y me colgué de los hierros salientes del techo; no había marcha atrás, para bajar tenía que soltarme, pero para mi sorpresa al soltarme...¡no me pasó nada! no me rompí ningún hueso, estaba intacto, con la adrenalina a mil y con una satisfacción que no cabía en mi pequeño pecho.

Ese día no sucedió nada en mi exterior, pero en mi interior sí cambiaron muchas cosas... Ese sueño dejó de fastidiarme, dejé de ser ese niño paralizado en el techo viendo como todos abajo reían con satisfacción.

Volviendo a la historia del paralítico puedo imaginar que al igual que yo tenía la misma cara de susto cuando sus ocurrentes amigos deciden romper el techo y bajarlo para acercarlo a su liberación, a su milagro, a su sanidad... JESÚS. 

Me gusta pensar en que yo soy esa casa donde Jesús mora, pero muchas cosas aún están paralizadas en mí, debido a muchas situaciones que marcaron mi comportamiento, mis sueños y aquellas voces que vienen de tiempo a decirme que no puedo y me dejan paralizado. Es ahí donde con la ayuda de la Palabra de Dios debo llevar esos pensamientos que se han elevado al techo de la casa, cautivos y romper ese techo para llegar ante Jesús y libérarme de lo que el sistema ha querido paralizar en mi vida. El “no puedo” “no soy digno” “no lo merezco” “estoy solo” “ estoy abandonado”, son algunos de los paralíticos que he tenido que subir al techo de mi vida, quitar esos argumentos y pensamientos humanos y permitir que mi amado maestro me libere y me sane.

Ese sueño feo que era recurrente...fue desplazado por un hito histórico, hoy recuerdo ese juego como uno de los mejores de mi niñez y reflexiono en esa pequeña victoria donde mi Padre Eterno me regaló una vislumbre de lo que muchos años adelante entendería como Su voluntad agradable y perfecta me llamaron a vivir de Su mano; sin temores; venciendo cada obstáculo porque ÉL no me abandonará ni me desamparará…

Les invito, no a subir al techo de su casa, pero si a ser 'Rompe Techos', a vencer el temor con la confianza puesta en nuestro amado Señor y Padre. 

Raíces y frutos


Y el remanente de la casa de Judá que se salve, echará de nuevo raíces por debajo y frutos por arriba. 2 Reyes 19:30

Todo tiene un principio y todo se inicia por el principio, todo lo alcanzado o alcanzable tiene un comienzo, una base, un fundamento, un proceso que define las acciones para poder llegar a un resultado. Así funciona el mundo natural…pero también el mundo espiritual.

Pero a ver, regresemos a este mundo por un momento…es muy fácil ver los resultados de los demás, ver sus frutos, lo que las personas van cosechando al correr de la vida, sea conocimiento académico, estatus social, éxitos laborales, propósitos personales, matrimoniales, familiares…todo esto es bonito verlo y admirarlo. Pero esa admiración muchas veces puede limitar nuestra visión y creer que los frutos se dan porque si, creyendo que los éxitos que vemos que otros alcanzan son el todo de la ecuación de la vida, olvidando que en las ciencias matemáticas la maravilla no está en lo lógico, en lo tangible, en las constantes…sino en las variables, esas piezas que muchos no entendemos a la primera pero que al despejar y ver su valor nos hacen entender la igualdad de la misma.
Antes de los frutos debe haber raíces, sin raíces no hay fruto. Sin valores, disciplina, proceso, confianza en Dios y determinación…no puede haber frutos. De manera que la próxima vez que veamos a una persona avanzar, meditemos en que sus raíces ya han alcanzado la profundidad suficiente y han dado los nutrientes necesarios para poder producir esos frutos. Entonces podemos reflexionar que en lugar de pedir dar frutos, debemos pedir fuerzas y ayuda para poder echar raíces profundas y robustas, de tal manera que nutridos de toda cosa buena, primeramente de toda la bondad del padre bueno, podamos ser fructíferos.

Pero como todo tiene correlatividad…las raíces solas no sirven de nada si su producto final no son los frutos, las raíces necesitan una buena tierra donde puedan encontrar esos afluentes subterráneos donde nutrirse. Todo nos lleva a la fuente de toda bendición, que es nuestro Señor Jesús y la riqueza de su palabra.

Todo tiene un principio, y el principio de todo es temer a Dios y procurar guardar sus mandamientos, todo lo demás viene por añadidura….hasta entonces, podremos disfrutar esa bendición que viene de parte de Dios y que no añade tristeza.

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