martes, 14 de abril de 2020

El arte del perdón

Quiero retomar la pluma de escritor y empezar a compartir temas de mucho interés personal, individual y de crecimiento espiritual. en estos tiempos en los que estamos confinados con nosotros mismos, debemos hacer una reflexión introspectiva, con toda honestidad para poder salir de este distanciamiento social siendo mejores seres humanos, mejores personas. El peor enemigo del ser hombre es el mismo hombre, ¿no será que necesitábamos enclaustrarnos para tener tiempo para meditar y dejar de lastimarnos entre nosotros mismos?


Quisiera empezar a reflexionar acerca del perdón...


Me gusta el arte en todas sus formas de expresión: música, pintura, escultura, letras..,etcétera. Creo firmemente que dentro de cada forma de expresión de arte está el soplo divino, esa chispa de inspiración del cielo que hace tangible lo que existe en la mente inquieta y aventurera del artista.

También creo firmemente que todos, en una medida, tenemos un don, una tarea o actividad que nos hace seres individuales y únicos, ese "algo que todos sabemos hacer bien". Mientras uno de nosotros puede ser hábil para los números, otro puede ser excelente con las letras, alguien es un excelente artista de la madera mientras otros son buenos economistas.

Tratar con las cosas del alma también es un arte, a unos se les hace tan fácil el perdonar, mientras que que para otros suele ser una escalinata muy pronunciada y escabrosa. Pero por muy difícil que sea el recorrido hacia el perdón, es necesario y vital para poder disfrutar de paz interior.

A todos nos gusta recibir el perdón, solamente una persona arrogante es incapaz de recibirlo, pero cuesta mucho el poder dar el perdón a otros, ese es un tema escabroso porque nos hace vulnerables, debilita ese blindaje que montamos como auto defensa, para muchos es inconcebible el perdonar, están tan lastimados y, peor aún, acostumbrados a esas laceraciones del alma, tanto que la acción profiláctica de perdonar no puede hacer el efecto de limpiar esas heridas.


Es ahí donde debemos todos recurrir a  la ayuda divina para perdonarnos primeramente nosotros mismos de nuestros errores, y luego tener la habilidad de poder regalar nuestro perdón a nuestro prójimo. El problema del ser humano es que se siente muy propio, muy dueño de su vida y un gran legislador de sus acciones, esto nos pone en un contexto de autocracia, es decir que no debemos rendir cuentas a nada ni a nadie, y este es el principio  que rige nuestro sistema social, dejando a un lado a Dios....y cuánto necesitamos recibir el perdón divino! poder aferrarnos a las palabras del maestro de galilea cuando nos invita a depositar sobre Él nuestras cargas y vivir plenamente...claro que va implícito el aceptar la soberanía de Dios sobre nosotros, es decir, no mandamos más nosotros, El toma el control (o desea hacerlo) de nuestras vidas.

Cuando realicemos que necesitamos del perdón, que nos equivocamos, que no somos perfectos, que somos falibles, desleales primeramente con Dios y por ende con los que nos rodean, el perdón nos liberará del perfeccionismo, de las ataduras del "qué dirán" y nos permitirá en ese mismo sentido de reciprocidad, extender nuestro perdón a los que tenemos cerca.

El mandato divino es perdonar a nuestro prójimo...pero primeramente debemos recibir el perdón divino, luego perdonarnos a nosotros mismos, no hay atajos, no existen caminos cortos...mientras más nos acerquemos a Dios y a su misericordia, entenderemos a profundidad lo que significa el perdón.



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