viernes, 11 de abril de 2014

Las nalgaditas que nos prohíben dar

Leyendo uno de los periódicos de mi país me encontré con este interesante artículo sobre los valores y la educación en contrapeso con los derechos humanos y leyes que sustentan proteger a la niñez pero que a largo plazo termina por menoscabar y arruinar el futuro de los mismos... aquí se los dejo y al final una breve reflexión de mi parte, espero sea de bendición y nos haga meditar sobre nuestro papel como padres ante Dios y la sociedad...

Las nalgaditas que nos prohíben dar
Raul Benoit/ periodista colombiano


"Recuerdo a mi madre persiguiéndome con una correa para escarmentarme por haber roto un vidrio de la puerta en un acto de altanería infantil. Aunque la evadí por varios minutos finalmente recibí lo merecido.
Ni mis hermanos ni yo nos quejamos de los correazos nunca y lo único que sentíamos era un coraje temporal, pero volvíamos a querer a nuestra mamá y olvidábamos aquel castigo. Jamás la policía de Colombia llegó a la residencia para someter a mi madre y arrebatarle el poder de disciplinar a sus hijos.
En los Estados Unidos es regla obligatoria que al ingresar al colegio a los estudiantes se les sugiera denunciar a sus padres cuando se sientan agredidos, incluso por leves regaños; una simple reprimenda podría ser considerada maltrato infantil y peor si hay de por medio una nalgadita. Hay casos en que los papás pierden la potestad de sus vástagos por hacer el trabajo que le corresponde: ser papás. Es como un complot contra la familia.
He visto situaciones incómodas de mamás que tratan de sofocar el arrebato histérico de un niño en público, fingiendo ser las más delicadas del mundo, mientras los espectadores interpretan esa tranquilidad como una manera de esconder el miedo de ir a la cárcel por escarmentar a un hijo malcriado.
Las autoridades y me refiero no solo a la policía sino a los que legislan, se empeñan en quitarle el poder a los papás, con la idea que más vale excederse en leyes que llevar al hospital o al cementerio a un hijo. Irónicamente no se ha reducido la cifra de víctimas.
En cambio, la exagerada sobreprotección del Estado alteró el comportamiento de quienes fueron niños y crecieron. Hoy día se ve cómo se perdió la obediencia a la autoridad paterna y por ende a la autoridad policial y estatal. Al arrebatársele a los padres disciplinar a sus hijos, surgió un cambio nocivo para la sociedad donde el respeto por los adultos, en especial por los ancianos, prácticamente desapareció en muchas comunidades.
En mi época de niño, con solo escuchar la voz de mi padre sabía que tenía que acabar la algarabía y ni siquiera podía responder cuando él regañaba. Hoy día los jóvenes se enfrentan a sus progenitores como enemigos, insultándolos y en ciertos casos, levándoles la mano.
Creo que otra parte de la culpa la tienen los sicólogos escolares y de familia, que se inventaron una sarta de reglas y códigos, basados en estudios rebuscados o tal vez aplicables a otras comunidades distintas a los hispanos.
No todos los menores necesitan ser castigados con nalgaditas, pero sí todos requieren de una dosis de disciplina, bien sea un castigo material, una prohibición a salir con sus amigos o simplemente suspenderle los privilegios como el celular, la Internet o el carro.
El problema se complica cuando algunos papás, desesperados por recuperar el control arrebatado por el Estado, compran cariño y atención a través de regalos y dinero. Muchos padres creen reconquistar de esta manera el derecho perdido y están equivocados, porque los hijos consentidos que se les da demasiado, por lo general, se convierten en una pesadilla familiar y serán tan desagradecidos que darán la espalda a los padres en su vejez."

Mi reflexión personal
La palabra de Dios es muy específica cuando nos alerta que la rebeldía está ligada al corazón del niño, en este punto, debemos ser realistas y muy objetivos al reconocer que nuestros niños poseen intrínsecamente el germen de la rebeldía. 
Recuerdo muy bien cuando hace un par de años un amigo de la iglesia se sintió profundamente ofendido cuando mi pastor le expresó que su nenita de pocos meses de nacida era una dictadora en potencia esperando que los padres sepan instruir y corregir esas actitudes que van creciendo a medida el pequeño se va desarrollando en la vida.
Basado en la premisa de la palabra de Dios, mi pastor tiene razón, cada recién nacido es un rebelde en potencia, y sólo el padre y la madre de dicho infante tiene el antídoto en su mano, la instrucción y disciplina, el asunto es que el humanismo se empeña en coartar el trabajo de los padres y como resultado vemos generaciones de jóvenes implacables ante los padres, la ley y ante Dios.
La segunda parte del proverbio que cito nos revela el método para accionar si es que amamos verdaderamente a nuestros pequeños..."la rebeldía está ligada al corazón de niño, pero la vara lo alejará de él"....
Aquí dejo el enlace original de este artículo por demás interesante y vital en estos tiempos..


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