domingo, 5 de octubre de 2025

Vasijas vacías

 Entonces él le dijo: Ve, pide vasijas prestadas por todas partes de todos tus vecinos, vasijas vacías; no pidas pocas.  2 Reyes 4:3

La fe tiene un efecto que muchas veces perdemos de vista, y es que la fe es como un poco de levadura que al entrar en contacto con un poco de masa, es capaz de propagarse y hacer que la masa crezca, se extienda…se ensanche. La fe en Dios es capaz de fermentar cualquier situación o proceso y hacerlo fructificar según la voluntad de nuestro Señor.

En los tiempos del antiguo testamento los insumos de materia prima como el agua, vino o aceite se guardaban en vasijas. Esto hacía que los recipientes o vasijas que almacenaban estos insumos recibieran vital importancia en cada hogar.

Más aún cuando podemos ver que los recursos como el agua, el aceite, el vino y los granos para hacer alimentos eran altamente apreciados y en algunas épocas hasta escasos.

Todos estos elementos(agua, aceite, vino, granos o cereales) hablan de procesos, de lagar, de trillo, de triturar. 

Todo lo valioso en nuestras vidas es producto de un proceso, nada se obtiene de la nada, nada es producto de la casualidad sino de la causalidad. Los éxitos, metas, dones, ministerios, propósitos alcanzados, todos ellos son productos de la forja, de pasar tiempo en el yunque siendo amoldados y pasados por fuego y por agua para obtener el temple requerido.

Según el relato bíblico, existía un hijo de profeta, un hombre de Dios el cual muere y deja a su esposa e hijos en una situación complicada. Eliseo recibe a la viuda y se entera de sus problemas, pero ella tenía algo a su favor: su esposo era un profeta temeroso de Dios, lo que significa que esta mujer había aprendido a confiar en el Señor.

Eliseo le pregunta si hay algo que tenga en su casa y que sea de valor, y ella solamente tiene una vasija de aceite.

Eliseo le dice consiga vasijas vacías…no nuevas, no perfectas sino aquellas que por alguna razón han quedado vacías, vacías de vino de alegría, de agua de la palabra o de aceite que es la unción o impartición de una medida de fe. 

Muchos tenemos aceite en nuestra vasija, ya sea un don, una palabra, una impartición de fe…algo que puede llenar otras vasijas.

Pero muchas veces caemos en el error de querer dar o impartir lo que Dios nos regala por misericordia pero en vasijas perfectas, intachables, y es allí donde detenemos el fluir de nuestro aceite y dejamos de ser bendición para los demás.

Buscamos impartir nuestro aceite que es nuestra bendición en personas que a nuestro ojo humano son intachables, merecedoras de nuestra bondad, cuando realmente hemos sido llamados a buscar vasijas vacías. Quizá algunas desquebrajadas o astilladas por el mundo, lastimadas por el sistema, vacías de fe, de identidad y de amor propio. 

El llamado es buscar vasijas vacías, hasta entonces nuestras vasijas serán una fuente que no se detendrá, como la vasija de esta viuda que su aceite alcanzó para todas las vasijas vacías que sus hijos consiguieron.

Dios nos ayude a no buscar vasijas nuevas, perfectas e intachables, sino aquellas vidas vacías del amor del padre eterno.

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