miércoles, 4 de febrero de 2015

Lugares sin agua

Desde que el hombre conquistó la luna hace sesenta años, han procurado buscar forma de vida en otros planetas y satélites en el espacio, y el indicio principal de que existe vida en un lugar es la presencia de agua, el agua es sinónimo de vida, es uno de los cimientos principales que sostienen un ecosistema en su más simple concepción.


Es por eso que la palabra es sinónimo de agua, Dios se refiere a ella como el agua de vida, ya que sin ella es imposible que nuestro espíritu sea vivificado, es decir, que cobre vida en la plenitud de Cristo.

La palabra que viene del trono de Dios refresca lo más profundo de nuestro ser, es como ese rocío de la mañana que permea el terreno más árido para que pueda soportar las horas en las que el sol bañará la tierra con su cálida luz. Nuestro espíritu es, de igual manera, refrescado por el rocío de la palabra de Dios, lo que nos permite soportar la incandescencia de las pruebas, Su palabra es la nos sostiene en medio de la prueba y angustia.

En el capítulo once del evangelio de Lucas se relata un episodio en el que los fariseos ponen en duda la procedencia de la autoridad del maestro sobre echar fuera demonios, aduciendo que Jesús echaba fuera los espíritus inmundos por belzebú, satanás.

La traducción de lugares desiertos es lugares sin agua, es decir, el espíritu inmundo sale de la casa donde fue habitada y busca lugares donde no haya agua para poder habitar, en otras palabras, corazones y almas que no estén llenas de la palabra de Dios...por eso la razón de este artículo...

Parafraseando la respuesta de Jesús, les contesta diciendo que una casa divida no puede prevalecer y les da una pequeña lección sobre cómo funciona el mundo espiritual...

Cuando un espíritu inmundo es expulsado por la autoridad de Dios, este se va vagando y deja la casa donde era su morada y va en busca de un nuevo hogar, es decir, una persona que no esté llena de Dios para poder habitar en ella...


Cuántas veces dejamos lapsos sin llenar nuestras vasijas, nuestras vidas, sin el agua de vida que es la palabra de Dios, el REMA que tenemos del cielo para poder vivir en plenitud, exponiendo nuestras vidas a que el enemigo pueda estorbar y tentarnos.

En este punto, me recuerdo de una de tantas anécdotas de mi niñez, como he escrito en oportunidades anteriores, fui criado en casa de mi abuela materna, una mujer con sólidas bases cristianas, en su casa la oración y la lectura de la Biblia no era negociable bajo ninguna circunstancia... es más, si queríamos disfrutar de nuestro vaso de leche en el desayuno debíamos leer por lo menos el proverbio del día y aprenderse de memoria un versículo del mismo....

La próxima vez que pasemos por esos momentos en los que dejamos a un lado el estudio de la palabra de Dios, nos estamos, entre otras cosas, exponiendo y vulnerando a los ataques delenemigo


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