martes, 1 de enero de 2013

El sicómoro... y la falta de fe

Sin fe es imposible agradar a Dios, y es casi imposible vivir a plenitud el evangelio de Jesús si carecemos de ella. Es como quitarle el fundamento a un edficio, o suprimir el sistema óseo del cuerpo humano, no existiera una estructura que soportara y mantuviera en pie nuestro cuerpo. Pues algo asi es la fe. Sin ella es imposible vivir completamente la vida que Dios vino a ofrecernos, vida eterna y en abundancia.

Por naturaleza, el ser principal en ejercer la fe y creerle a Dios, es la mujer. Cúantas veces hemos sido beneficiados como hijos de la fe de una madre persistente. Más de alguna vez hemos salido ganando como esposos por la fe atrevida de nuestras esposas (yo doy testimonio de eso)... Quizá por ser emocinal, por tener doble atributo de Dios en su nombre, lo que si es cierto es que con respecto a los hombres, las mujeres nos llevan mucho terreno en materia de fe. Se imagina qué difícil trabajo para Jesús implantar esa medida de fe en doce hombres que no creian ni en ellos mismos, y lo podemos ver cuando los encuentra exhaustos después de una larga noche tratando de "rebuscarse" en la pesca. El se acerca y solamente con una declaración de fe les hace el milagro de la pesca. Qué tarea la del hijo de Dios de hacer producir en ellos fe. En mas de una ocasión parece ser que han aprendido la lección, pero la duda vuelve a ahogar la fe que habían desarrollado.

Luego de una catedra de Jesús sobre lo que es el perdón al prójimo, sus doce valientes sienten tambalear sus cimientos y declaran apresuradamente Señor, aumentanos la fe.

Jesús en lugar de orar por ellos al padre, imponerles las manos y transmitirles de su fe, los exhorta, los anima, los reta a creer en lo que El Padre ha prometido. Sí tuvieran fe como un grano de mostaza podrían decirle a este sicómoro quítate y plántate en el mar, y este obedecería.

Otra vez el famoso árbol Sicómoro....
resulta ser que el sicómoro es un árbol con tubérculos abundantes y profundos en sus raices. Tanto así que es una locura el oensar en transplatar uno de estos árboles debido a que las terminasiones de sus raices se cuentan por cientos. Es una maraña de articulaciones profundas capaces de recorrer algunos pares de metros por debajo de la tierra. Su raiz no se detiene de crecer hasta que encuentra una fuente de agua en la prufundidad de la tierra, esto lo hace un árbol muy robusto. Otra complicación más en la tarea de trasplantar un sicómoro, su madera es muy fuerte desde sus raices hasta la copa.

En otras palabras, Jesús le está diciendo que no se trata de cantidad, la fe es fe, así nada más. La misma fe que necesito para ser salvo es la que necesito para ser sano. Lo mismo necesito creer para un milagro financiero como para recibir el pan de cada día. La fe no se mide, se practica.

Si sólo tuvieran fe, así de sencilla y simple, podrían hacer hasta lo que parece más descabellado e imposible, como lo es el querer trasplantar un sicómoro. Lo que me recuerda a una declaración de mi madre espiritual y pastora... nada de lo que le pueda pedir a Dios va a ser demasiado para El...

En este comienzo de un nuevo año, necesitamos encontrarnos con esa fe pura, sencilla, de niños crédulos, de inocentes...simplemente creer que Dios puede hace lo que para nosotros es imposible, y le tengo una noticia, para nosotros como seres humanos limitados, muchas cosas son imposibles con nuestras fuerzas...pero con la fuerza de la fe en Dios no hay sicómoro que se resista.... ejercitemos la fe!!!!



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