domingo, 6 de enero de 2013

Delicados pastos ó valle de sombra de muerte...

Desde muy pequeños somos vacunados para desarrollar cierto grado de inmunidad sobre algunas bacterias y virus que puedan provocar enfermdedades más adelante en la vida. Hay preocupación en la familia y en la sociedad por erradicar lo más que se pueda un virus o bacteria, y no hay otra opción para los infantes que pasar por el cuartito de enfermería donde le espera el pinchazo de la aguja hipodérmica.

De la misma manera en el ámbito espiritual, hay diversas bacterias y virus que atacan al recién nacido desde el primer instante que recibe el álito de vida. la bacteria de la manipulación empieza a ejercer autoridad, el mal humor, las rabietas, todo todo está ahí metido dentro de ese ángelito recién venido del cielo, y todo se desarrollará, queramos o no, con el paso del tiempo.

Uno de los malos hábitos que empieza a atacar la vida del ser humano desde muy teprana edad, es la culpa. Debido a que la tendencia al mal viene ligada al corazón, también la reponsabilidad por los actos vienen como cosecuencia y los padres son, en la temprana edad, los árbitros para determinar culpabilidad y sanción, según sea la falta cometida por el pequeño. Este a su vez puede tomar dos caminos frente a la culpa y reponsabilidad de los hechos, aceptarla o rechazarla.

El salmo 23 es de los más famosos de la biblia. La promesa de que Dios va a ser nuestro pastor y que nos guia en el sendero de la vida. Para los estadounidences es una tradición el cantarlo en sus funerales.

Observando detenidamente la gramática de sus letras encontramos muchos tesoros ocultos en el.
La promesa de este salmo es que Dios nos guia siemore hacia verdes y delicados pastos, claro, siemore y cuando lo reconozcamos como el pastor de nuestras vidas. Esa palabra nos gusta. esa frase no llena de aliento. Nos sentimos muy pollones al declararla y confesarla.

Pero que pasa cuando pasamos por el valle de sombra y de muerte. Eso ya no es voluntad de Dios. El promete delicados pastos no sombra de muerte. Y es que la sombra de muerte la buscamos nosotros con nuestra voluntad. Con nuestro capricho de hacer lo que queremos. Con la desobediencia y rebeldía a la palabra nosotros mismos nos encaminamos hacia los valles de sombra y de muerte.

Es en ese instante donde la mayoría de evangélicos se confunde y empiezan las quejas contra Dios por algo que nosotros mismos provocamos con las acciones. Le echamos la culpa a Dios por lo malo que nos pasa en el camino. La voluntad de Dios no nos llevó a la enfermedad.  Dios no conduce a la crisis matrimonial. Dios no induce a los jóvenes a la rebeldía contra los padres. Pero como siempre buscamos a quien culpar, Dios es el primero de nuestra lista.

Cúanto perdón le debemos a Dios por nuestra arrogancia. Cúanto agradecimiento debería tener nuestro corazón porque buscamos en el cielo con reproches y orgullo cuando el problema está en nosotos, y apun así la misericordia de Dios nos cubre vez tras vez.

Lo que sí es seguro es que en esos momentos de valle de sombra y de muerte Dios está con nosotros para no dejarnos allí. Su vara y su cayado sirven en ese momento para empujarnos hacia la salida. Para entonces volver a reconocerle como pastor y permitirle que nos guie donde El siempre quiere tenernos, junto a aguas de reposo y de delicados pastos para confortar nuestra alma.

Hermoso salmo, asegurémos el Señorío de Dios en nuestra vida y garantizemos pastos verdes. Y si por casualidad nuestros pasos nos han conducido a pasar por valle de sombra de muerte. Reconozcamos a Dios nuevamente en nuestras vidas y su ayuda llegará para movernos hacía donde está su bendción, a su presencia....


No hay comentarios:

Entrada destacada

Llueve!!

Esta noche mientras llueve lentamente, empecé a reflexionar sobre lo efímero de la vida, sobre lo volátil del ser humano ante las cosas inta...